Disney: el ejemplo de una marca por y para sus fans

Si hay una máxima en el marketing del siglo XXI es que el centro sobre el que tiene que girar todo es, sin duda, el cliente. Existen muchas marcas que escuchan y dan marcha atrás en función de lo que los usuarios opinen, pero no hay muchas que lo hayan conseguido teniendo una antigüedad de casi 100 años. Nos estamos refiriendo al gigante de la animación: Disney.

A pocos meses de que se estrene una de las películas más esperadas del año, Toy Story 4, se ha levantado la polémica hace unas pocas semanas. Una vez estrenado el tráiler de la película que, según lo que se anunció, concluía la saga, la productora de animación lo compartió. Pero, la reacción no fue la esperada.

La icónica voz del vaquero Woody había cambiado. Y los fans de Disney no estaban dispuestos a pasar por alto esa modificación porque, a decir verdad, es muy molesto continuar con una saga de películas y descubrir que la voz del protagonista ha cambiado.

Por si no fuera suficiente, el propietario de la voz del vaquero en España, Óscar Barberán quien ya ha trabajado en otras películas como Tadeo Jones, anunciaba que no continuaba con el proyecto debido a que no habían podido llegar a un acuerdo económico. Las redes sociales habían estallado. En poco tiempo el asunto se había convertido en trending topic a nivel nacional y las personas que pedían que volviese la icónica voz del vaquero crecían.

¿Qué llevó a esta situación?

El dinero, para lo bueno y lo malo, es quien mueve el mundo. Y en este caso la trifulca ha sido también por esto. Las condiciones de los actores de doblaje en España no han avanzado desde los años 90 lo que genera unas muy malas condiciones de trabajo. Un actor que se dedique a esta parte de la profesión recibe entono a los 1000€ de sueldo, independientemente de lo que genere la película o el número de salas en las que se vaya a visionar. Teniendo en cuenta el tirón que han tenido las otras tres películas de los juguetes más conocidos del universo, Barberán quiso conseguir unas mejores condiciones, pero la productora decidió continuar con el rodaje cambiando la voz de Woody.

Ante las críticas de los usuarios, muchos de ellos alegaron que, con la nueva voz del cow boy, no irían al cine a disfrutar de Toy Story 4, lo que se unió con los reproches por las malas condiciones de este colectivo, sobre todo cuando el actor no cuenta con un gran reconocimiento. Pues, a diferencia de lo que ocurre con Buzz Lightyear cuya voz es la del presidente de la comunidad más conocida de España, José Luis Gil (más conocido por su papel como Juan Cuesta), su caché y su remuneración es más alta, pero esto no se aplicó al caso de Barberán.

Disney es muy consciente de que el producto es por y para el espectador y que si a él no le gusta, entonces tienen que tomar una decisión. La factoría decidió volver a cambiar el doblaje de Woody para que recuperase su voz original.

Al final, y gracias a la presión que ejerció el público, Disney ha vuelto a demostrar la importancia de escuchar al consumidor y tomar decisiones en base a ellos. A Disney no le importa que hablen mal, como ya demostraron con el Episodio VIII de La Guerra de las Galaxias cuando declararon “que sea una película de ‘Star Wars’ como el público nunca había visto antes: está haciendo que la gente hable, resuelva sus misterios, hay mucho que digerir, y lo vemos como algo positivo, que debería ayudar a que se recomiende la película y se vea en repetidas ocasiones”, sentenció Dave Hollis, presidente de la rama de distribución cinematográfico de Disney.

Además de haber creado un imperio por y para los más pequeños -y no tan pequeños- de la casa, Disney vuelve a demostrar que incluso las empresas más grandes y consolidadas pueden cometer errores. Y, por ello, lo que se debe hacer es parar un momento, analizar las consecuencias del error y buscar soluciones que no sólo acaben con el problema, sino con las que además animen a fortalecer la confianza.

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