La empleabilidad de un máster

Hace unos años la frase más repetida de padres a hijos era “estudia una carrera universitaria para labrarte un futuro”. A día de hoy, y con el entorno tan cambiante en el que vivimos, poseer este título no viene aparejado con tener un trabajo. Algo parecido ocurre con las titulaciones de postgrado: no son obligatorias, pero ayudan a conseguir un mejor posicionamiento laboral así como una carrera exitosa.

El 31,5% de los estudiantes graduados que se  deciden por estudiar un máster toman la decisión por las mejoras salariales que se obtienen gracias a estas titulaciones, según el Barómetro de Empleabilidad y Empleo desarrollado por La Caixa, Crue universidades españolas y  la Cátedra UNESCO de Gestión y Política Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid.

El 90,8% de los egresados declaran que volverían a cursar este tipo de estudios, según los datos del informe. Pero, ¿qué lleva a los universitarios a continuar con su formación una vez terminada la carrera?

Además de las altas posibilidades de conseguir un empleo, otro rasgo decisivo se encuentra en el salario ya que la diferencia puede llegar hasta el 55%. Mientras que para los perfiles que solo cuenta con bachillerato, COU o equivalente el sueldo se sitúa en los 18.912 euros brutos anuales, para los aspirantes con titulaciones de postgrado crece hasta casi los 31.000 euros brutos al año.

Un máster no es un título más sino el primer elemento diferenciador de un candidato, sobre todo si este quiere acceder a puestos de mayor remuneración y responsabilidad. Las ofertas de empleo que exigen a los candidatos una formación complementaria son solo del 2% pero para puestos de directivo este requisito aumenta hasta el 39,2%, según el VIII Informe Infoempleo Adecco sobre Posgrados.

La esencia de un buen máster se encuentra en las competencias adquiridas durante el estudio de la materia junto al desarrollo de habilidades transversales y la adquisición de capacidades autónomas para que el futuro profesional pueda desarrollar, de la mejor manera, su cometido.

Por ello es fundamental que el método de educación esté basado lo máximo posible en la realidad a la que se van a enfrentar. La formación experiencial es la clave que convertirá a los estudiantes de hoy en los profesionales competentes del mañana.

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